5 ene 2010

Migraciones II

Desde la época de los grandes imperios coloniales europeos, pero sobre todo desde la Segunda Guerra Mundial, Europa ha recibido grandes remesas de emigrantes casi siempre por razones económicas. Cubrir puestos de trabajo que los europeos no quieren y mejorar la vida económica de los inmigrantes han sido, entre otras, las razones de esta marea.














En un primer momento, las cantidades eran perfectamente asumibles e integrables; todavía en los años sesenta del siglo XX el fenómeno migratorio más importante en Europa era la emigración de los países pobres europeos como España, Grecia, Yugoslavia etc.














Pero ahora, y a pesar de los contingentes de emigrantes procedentes de los nuevos países de la UE, los antiguos comunistas, la riada procedente del Tercer Mundo es incontenible y amenaza con inundar nuestras tradiciones y culturas.







Entre los inmigrantes destacan los islámicos, particularmente inasimilables y refractarios a cualquier tipo de integración.














Como dijo Huari Bumedian: "Os conquistaremos con el vientre de nuestras mujeres".








Claro, los emigrantes vienen a mejorar su vida y salir de la pobreza de sus países, muchas veces creada por su impermeable cultura, pero sin querer colaboran en esa silenciosa invasión.



















Conviene leer críticamente "La Rabia y El Orgullo" de Oriana Fallaci para apreciar los riesgos a los que nos enfrentamos.















No podemos cerrar nuestras fronteras, pero debemos exigir reciprocidad de trato en sus países, exigirles respeto a las libertades y a los derechos humanos también en sus propias sociedades, de lo contrario será el juicio, nuestro buen juicio moral, el que nos derrotará.

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