3 sept 2010

Economía

Sobre la teoría de descenso de la tasa de ganancia de Marx, en esta página (desde el 27 de junio de 2010 y anteriores) se encuentra una excelente crítica.

 























A mi entender, y soy lego en ciencia económica, la explicación marxista de la disminución de la tasa de beneficio adolece de cierto simplismo. Efectivamente ante una economía de materias fijas, en la que el crecimiento solamente se basa en el aumento de la producción, la mayor parte de las empresas, las pequeñas, serán eliminadas del mercado por la mayor capacidad de aquilatar los precios de las grandes lo que básicamente se haría bajando los salarios hasta los límites de supervivencia, de esta forma se llegaría a la existencia de una sola empresa y una masa de trabajadores en el límite; el paso siguiente es el Armagedón.













Pero yo creo en la capacidad de los empresarios de crear yacimientos de economía, centrándolos en la creación o el descubrimiento de necesidades en aspectos en los que el tamaño del negocio se adecua más a empresas pequeñas que a las más anquilosadas grandes, lo que ofrece oportunidad de crecimiento y negocio a esas empresas pequeñas; pensemos en la oportunidad que una gran empresa IBM dio a la entonces pequeña empresa Microsoft para crear el sistema operativo MS-DOS y que, como consecuencia de ello, ahora Microsoft es una empresa gigante.











Marx, gran aficionado a la Historia del Imperio romano, llamaba a la clase obrera proletariado que es como los romanos llamaban a la parte de la plebe sin oficio ni beneficio que se mantenía con vida para producir hijos para las legiones. Marx buscaba una analogía con el ejército industrial de reserva aunque el proletariado moderno se asimilase más bien a los esclavos en Roma.


















En cuanto a los ciclos económicos, éstos eran conocidos desde épocas bíblicas (siete años de vacas gordas, siete años de vacas flacas), tienen que ver con la naturaleza bipolar de la mente humana, lo que genera unos ritmos casi circadianos, junguianos, del inconsciente colectivo, de optimismo y pesimismo económicos.








A esto le acompañan fenómenos azarosos que influyen en la economía (calamidades o descubrimientos) auténticos "cisnes negros", así como acciones nefastas, como puede ser abaratar artificialmente los tipos de interés para inflar burbujas u obligar a conceder créditos por consideraciones políticas y no económicas.

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