3 sept 2010

La decadencia de Occidente

En el año 1918, se publicó un libro que va a marcar la visión de la Historia a partir de aquel momento. La existencia de grandes civilizaciones que, a la manera de organismos, nacen, se alimentan, se reproducen y mueren me parece fascinante.
















Como persona formada en el contexto de la filosofía analítica, la existencia real de esos entes llamados civilizaciones, cuyo fin como todo lo humano es la muerte, me debería resultar metafísica, algo alejado del campo científico y más próximo al religioso.








































Sin embargo, me vienen a la memoria los estudios de economía sobre el desarrollo y formación de los ciclos económicos realizados por el economista ruso Kondratieff, y otros en los que, en las economías complejas, se va apreciando la formación de las crisis económicas por otros motivos que las malas cosechas y aparecen los estados de psicología de masas como si existiese el inconsciente colectivo de Jung.














Los ciclos históricos, más amplios que los económicos, serían el complemento indispensable de éstos y da igual que los entendamos como instrumentos de análisis que como entidades reales. Según Spengler, el autor del libro, cuando la humanidad adquiere capacidad de formar civilizaciones, es decir abandona el estadio de cazador recolector, va creando un conjunto de ideas y artefactos culturales que llamaremos altas culturas, éstas luego desarrollan un conjunto de objetos materiales que son su consecuencia, a esto lo llamamos civilizaciones.









Los movimientos cíclicos de la Historia no son los que corresponden a las meras naciones, Estados, razas o acontecimientos. Son los relacionados con las Altas Culturas. La Historia consignada de la humanidad nos ofrece ocho de ellas: la índica, la babilónica, la egipcia, la china, la mejicana (maya y azteca), la árabe (o "mágica"), la clásica (Grecia y Roma) y la europeo-occidental. El punto más alto de una cultura es su fase de plenitud que es la "fase cultural" por antonomasia.
El comienzo de la declinación y el decaimiento de una cultura está constituido por el punto de transición entre su fase "cultural" y su fase de "civilización", que le sigue de modo inevitable.









De Spengler se dijeron muchas cosas, como que sus hipótesis eran una transposición de su propia mala salud o de la derrota de Alemania en la 1ª Guerra Mundial, pero lo cierto es que, a partir de la fecha dada por él en la segunda mitad del sigo XIX, las bases de la ciencia moderna ya están puestas; la hegemonía de Occidente en el terreno político, económico y militar con el destino manifiesto de Monroe y los avisos de Metternich y Chateaubriand, en un mundo donde el cristianismo popular estaba vivo, la decadencia ya se atisbaba.









Y a quienes piensan que estaba equivocado sólo cabría reiterarles lo ya apuntado antes en esta reseña: miren un poco a su alrededor. ¿Qué es lo que ven?



















Especialista en Filosofía de la Historia, estableció una teoría cíclica sobre el desarrollo de las civilizaciones. Según Toynbee, las civilizaciones no son sino el resultado de la respuesta de un grupo humano a los desafíos que sufre, ya sean naturales o sociales. De acuerdo con esta teoría, una civilización crece y prospera cuando su respuesta a un desafío no sólo tiene éxito, sino que estimula una nueva serie de desafíos; una civilización decae como resultado de su impotencia para enfrentarse a los desafíos que se le presentan.

















Dio gran importancia a los factores religiosos en la formulación de las respuestas a los desafíos. Fruto de esta teoría, Toynbee negó el determinismo en la evolución de las civilizaciones, negando que éstas deban perecer finalmente (en abierta oposición a historiógrafos como Oswald Spengler), y defendiendo que podía esperarse que, la moderna civilización occidental, pudiera escapar a la norma general de decadencia de las civilizaciones.

















El mundo occidental está condicionado por dos fuerzas distintas, la democracia (política) y el industrialismo (económica), que han creado un determinado modo de pensar la Historia en torno a la idea de estados nacionales. Sin embargo, los estados nacionales no son entes inteligibles y autosuficientes de estudio, por lo que debe ampliarse el marco de observación hasta la civilización.

















La civilización occidental, como campo de estudio, puede analizarse en un espacio determinado, también en un tiempo determinado, hasta el origen de la Edad Media. En ese momento es posible reconocer su encuentro con otra civilización distinta, a la que denomina Helénica, y que cobra forma en el Imperio romano.







Siguiendo operaciones similares, llega a determinar la existencia de 21 civilizaciones, más un grupo de otras que han sido abortadas o detenidas.

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