7 may 2011

El Tribunal Constitucional

He decidido dejar pasar unas horas para hablar de la decisión del Tribunal Constitucional en relación con Bildu. De entrada diré que me parece mucho más digno de respeto el Tribunal Supremo que el Constitucional ya que, no en vano, sus magistrados han accedido a él por concurso, en su mayoría, y no son colocados digitalmente por los partidos políticos, siendo inamovibles, no como los del Constitucional que se cambian con el tiempo y son de reconocida lealtad y no de reconocido prestigio.









Los fallos de la falta de independencia del Tribunal Constitucional se comenzaron a ver casi en los principios de la actual etapa política cuando, tras el 23F en 1981, UCD, partido mayoritario, y el PSOE, principal partido de la oposición, se pusieron de acuerdo para sacar adelante la LOAPA (Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico) para tranquilizar a los militares. El PSOE, su camarilla dirigente, auténtico maestro en la manipulación de la democracia y ajeno totalmente al fair play democrático, da la sensación de que movilizó secretamente a los magistrados propuestos por él y tumbó la Ley quedando como la nata frente a los partidos nacionalistas.








Luego con el asunto RUMASA, que multiplicó los costes del hundimiento de la empresa por diez y que era completamente anticonstitucional, parece que volvió a manipular a sus magistrados y hasta el voto de calidad del presidente; cayendo el Tribunal en el más absoluto descrédito.









No entraré ahora a analizar el affaire del Estatuto Catalán por haber hablado de ello en otras ocasiones, pero sí hablaré de la Ley de Partidos. Esta Ley se aprobó por mayoría de PP y PSOE y, como en aquel momento les interesaba, los recursos de inconstitucionalidad fueron rechazados; es dudoso que se pueda privar de los derechos constitucionales de participación política a quien no ha sido condenado a ello por los tribunales.









Pero he aquí que ahora, dentro del sucio cambalache de golfería en que está el gobierno para rentabilizar electoralmente el fin de ETA, fin que llegaría igualmente o incluso mejor por consunción, deteniendo comandos, les interesa que Bildu esté en los comicios y por lo tanto se ponen la Ley por montera y basándose en la mayoría socialista en el Tribunal legalizan las candidaturas.









Es necesario decir que, sí Alfonso, Montesquieu ha muerto, pero con él el Estado de Derecho. En España hoy no vivimos sino en una democracia debilitada y casi muerta, gobernados por gente que no entiende lo que significa la palabra traición y cualquier cosa puede, y sería legítimo que pasase, pasar.

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