1 jun 2011

La decadencia del vascuence

Cuando, durante la francesada, las tropas napoleónicas cruzan la frontera, con ellas llegarán contingentes de soldados de todos los rincones del extenso Imperio Napoleónico. Entre el grupo de holandeses aparecerá un oficial que compatibilizaba sus tareas militares con su vocación de filólogo, y que fue encargado por el mando francés para estudiar la problemática del vascuence.

















Hay que saber que Napoleón pensaba crear un espacio de ocupación en España que habría de llegar hasta el Ebro. Del resultado de ese estudio, de ámbito geográfico, se desprende que el área de habla vasca se había ido reduciendo desde la Edad Media hasta ese momento (1808), y analizando el ritmo de reducción, el estudio determinaba el fin del vascuence como lengua viva para 1882. Sin embargo, lo que el filólogo no podía saber es que estaban operando una serie de fuerzas para impedir que esto pasara.

















El triunfo de las ideas ilustradas y enciclopedistas llevará a la Iglesia católica, que había sido históricamente un factor de alfabetización en romance, a luchar para preservar el vascuence, haciéndose esto extensivo a los carlistas; de todos es sabido que las naciones modernas se comunican ideológicamente por las capitales y no por las fronteras. Cuando surge el primer nacionalismo vasco, el de Sabino Arana, los primeros núcleos nacionalistas son de habla castellana y, a pesar del teórico aprecio del vascuence, se solía decir entre ellos: euskaldun fededun, es decir vascoparlante de aldea.



















Durante la transición se abrieron multitud de ikastolas populares, radicales y municipales, que vinieron a unirse a las ikastolas privadas ya legales en el franquismo. Luego, las ikastolas públicas se adhirieron al sistema público de enseñanza en el País Vasco y Navarra, integrando a los profesores como contratados autonómicos. Mario Onaindia cuenta en sus memorias que en su juventud, en los años sesenta, la enseñanza en Lekeitio era en castellano pero los niños jugaban en vascuence; sin embargo, actualmente la enseñanza es en vasco pero los niños juegan en castellano.






















Uno de los primeros estudiosos del vascuence fue Guillermo de Humboldt. Humboldt realizó varios viajes al País Vasco (España) para estudiar el idioma vasco. El primero de estos viajes en 1799, efectuado en compañía de su mujer y sus dos hijos, y de su amigo el pintor Gropius hasta abril de 1800, le dejó una larga impronta. La impresión que Humbolt llevó de este viaje la describe A. Farinelli en su libro "Guillermo de Humboldt y el País Vasco" así: algo nuevo se había despertado en la conciencia del sabio: el reconocimiento de su inclinación natural al estudio de las lenguas, fundado en el estudio del carácter y del alma de los pueblos, y la determinación de seguir desde entonces ese impulso interior, concentrando sus fuerzas, orientándolas a un fin, sin vacilaciones.

















El vascuence le servirá como fundamento de sus estudios. El faro de la nueva luz deseada surgirá de aquí. Necesariamente debía investigarse el vascuence para llegar a las primeras fuentes de las lenguas de Europa ...







En abril de 1801 vuelve a Vizcaya "de costa a costa y aldea en aldea ... para oír la voz viva", esta vez lo acompaña su amigo Guillermo Bokelmann y en este viaje consultará obras de José Joaquín de Landazuri, Axular, Antonio Moret, Bourgoing, Dillon o Arnaud Oihenart. Conocería en el transcurso de sus visitas al País Vasco a Juan Antonio Moguel, del que diría que es uno de los lingüistas más doctos de Vizcaya, Pablo Pedro Astarloa, Larralde y al cantante Garat.







Desarrolla y expone la teoría de que "el euskera es la lengua más antigua de Europa" y de que el pueblo vasco constituía el representante lingüístico más antiguo de las poblaciones primitivas de la Iberia precéltica, anterior a las primeras inmigraciones de los arios, se deriva del análisis paciente de los nombres de montañas, ríos, peñas, valles, aldeas, familias, hipótesis con la que coincide con Moguel, Larramendi, Astarloa y Erro en contra de la posición de estudiosos como Menéndez Pelayo o Echegaray.

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