2 nov 2011

Amaiur

Desde que los nacionalistas vascos se dieron cuenta de que carecían completamente de razones históricas para defender sus postulados, volvieron su vista a Navarra. No es que Navarra hubiera mostrado, al menos en el pasado, un entusiasmo grande hacia las ideas aranistas, es que, además de una Historia como reino medieval independiente, tenía un territorio con el que alimentar y proporcionar espacio vital a la futura Euzkadi independiente.











Los nacionalistas han creado toda una rama pseudohistórica donde se confunden los episodios narrados en la conquista de Navarra con el origen de la lucha por la independencia vasca, obviando todo el tiempo que transcurre entre 1521 y 1968, cuando ETA empieza a asesinar; y claro es mucho olvidar, sobre todo teniendo en cuenta los acontecimientos de la Guerra Civil (1936-1939).










Para estos historiadores, la ciencia no es la búsqueda de la verdad, aunque sea parcial y subjetiva, sino una forma de manipulación y justificación política.










Intentaré, de todas formas, explicar los acontecimientos porque, incluso en el país de la nación discutida y discutible, puede haber gente que se interese por otras verdades, otras explicaciones menos épicas pero más realistas.





















A partir de fines del siglo XV, el Reino de Navarra se va a ver envuelto en una guerra civil y esto será el origen de la pérdida de la independencia. Antes, desde la muerte de Alfonso I de Aragón y Navarra, el Reino había recuperado su independencia por voluntad de sus nobles y, durante los reinados de Alfonso VI el Sabio y Sancho VII el Fuerte en el siglo XIII, perdió las provincias vascongadas excepto parte de Álava.









Los historiadores nacionalistas (vascos) quieren ignorar que esa pérdida se produce con la complicidad de los señores de tales territorios y con el refrendo de sus Juntas Generales, instituciones no democráticas pues la democracia moderna es un fenómeno del siglo XIX.










En otra guerra subsiguiente Navarra perderá, frente a Castilla, los territorios de La Rioja, Álava y La Bureba. A partir de entonces, el Reino estabilizará su territorio frente al exterior aunque se sucedan acontecimientos como las guerras de los burgos en Pamplona o la epidemia de peste del siglo XIV.





















Pero en esa época, surge la guerra civil entra agramonteses y beamonteses de manera que, en un primer momento, ambos bandos estarán dirigidos respectivamente por el Rey Juan II de Aragón, viudo de la Reina de Navarra, y por El Príncipe de Viana, su hijo y competidor.










El fortalecimiento paulatino de los reinos de Francia, Castilla y Aragón colocará al pequeño Reino de Navarra en una tesitura insoportable desde el punto de vista estratégico. Habrá dos acontecimientos que terminarán en la conquista del país, uno la unión de Castilla y Aragón en un solo Reino y otro las bulas papales contra los reyes agramonteses de Navarra Juan III de Albret y Catalina de Foix; muy duras, pues castigaban a Navarra por apoyar al Rey de Francia con más dureza que a la propia Francia.









Hecha la paz a finales del siglo XIV, las hostilidades se reanudan en 1512 en el contexto de la guerra entre España y Francia; el Reino de Navarra será conquistado.




















En 1521, una ofensiva de la Francia de Francisco I contra la España de Carlos I entrañará la entrada de tropas francesas en Navarra y la respuesta de los españoles y de los beamonteses; la punta de lanza de España serán tropas alavesas, vizcaínas y guipuzcoanas.





















El resultado de la guerra es catastrófico para los franceses que no consiguen Nápoles, pierden Milán y Navarra, cayendo su propio rey prisionero.







Antes, en la expulsión de los franceses de Navarra, los nobles agramonteses se harán fuertes en el castillo de Maya en Baztán (Amaiur ), no podrán resistir y caerán prisioneros; entre ellos los señores de Jaso, Don Pedro de Navarra y otros; serán perdonados por el Rey Carlos I de España entrando la mayoría a su servicio.




















El Rey agramontés de Navarra, exiliado en Francia, se convertirá en hugonote por lo que, según la Ley católica, perderá el Reino aunque cuando, por gracia de Felipe II Rey de España, su descendiente ascienda al trono de Francia (fue el primer Borbón), se convertirá en católico y martillo de protestantes al grito de "París bien vale una misa".


















Navarra pactará, a través de sus Cortes (estamentales) y de las castellanas de Burgos, la unión eqüe-principal a la corona de Castilla. En el siglo XVII España pierde la Merindad de Ultrapuertos o Baja Navarra, ya indefendible desde los tiempos de Carlos I, a pesar de su juramento de fidelidad al Rey Fernando de España en 1516. La situación actual será sancionada, tanto por Francia como por España, en la Paz de los Pirineos del año 1659, en el contexto de la pérdida de la hegemonía española.

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