2 dic 2011

Los científicos y el SIDA

La ciencia, como explicamos aquí, es un método que, a tientas, busca una verdad temporal, según los datos; eso conlleva fuertes disensiones entre grupos de científicos que explican las cosas de diferente manera, a esto lo llamamos paradigmas. En el peor de los casos, y dada la cantidad de dinero que mueve ahora la ciencia y la tecnología, el fraude puede producirse y sin duda se produce. Quizá el ejemplo más célebre de fraude científico fue "el hombre de Piltdown".




















La mayoría de estos caballeros de la foto
sostuvo la teoría de que unos fragmentos de un supuesto cráneo humano y de una mandíbula de aspecto simiesco encontrados en Piltdown (un pueblo al sur de Inglaterra) y que, unidos, parecían pertenecer a una especie desconocida, constituían la prueba del "eslabón perdido" entre el hombre y el mono.











Lo peor de todo es que este decisivo hito en la paleoantropología se creyó verdadero durante cuarenta y cinco años hasta que por fin, un dentista, A.T. Marston, determinó a través de distintas pruebas que algunos de los dientes de ese esqueleto correspondían a un orangután, el diente suelto a un mono y el cráneo a un ser humano de la época medieval. Alguien se había preocupado de limar los dientes para darles apariencia humana, y avejentarlos en una solución de hierro y ácido crómico. Problemas de este tipo con intento de apropiación de descubrimientos y fraude se ciernen sobre la Historia del SIDA.
















El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) causa el SIDA. Este virus ataca al sistema inmunitario y deja al organismo vulnerable a una gran variedad de infecciones y cánceres potencialmente mortales.






Las bacterias comunes, los hongos levaduriformes, los parásitos y los virus, que generalmente no provocan enfermedades serias en personas con un sistema inmunitario sano, pueden provocar enfermedades mortales en las personas con SIDA.






Se ha encontrado el VIH en saliva, lágrimas, tejido del sistema nervioso, líquido cefalorraquídeo, sangre, semen (incluido el líquido preseminal, que es el líquido que sale antes de la eyaculación), flujo vaginal y leche materna. Sin embargo, se ha demostrado que sólo la sangre, el semen, los flujos vaginales y la leche materna transmiten la infección a otras personas.












Hablaremos ahora de los llamados grupos de riesgo. Los primeros orígenes del conocimiento de la existencia de esta enfermedad se remontan a los años sesenta y setenta en los que aparecieron casos de inmunodeficiencia en personas anteriormente sanas; esto derivó en una linea de investigación que llevó a relacionar la enfermedad con un virus: el VIH.






El VIH se detectó en gran cantidad de personas en África, lo que llevó a pensar que los africanos eran inmunes, pero luego se vio que un número importante de muertes, achacadas a otras causas, se producían en presencia del virus. Los epidemiólogos pudieron determinar cuándo se produjeron los primeros contactos del hombre con la enfermedad, relacionándolos con el incremento rápido de los casos de enfermedades asociadas al SIDA (por ejemplo Sarcoma de Kaposi) en las estadísticas de poblaciones con gran proporción de infectados.







Con posterioridad, se aislaron dos virus en dos especies de monos, en África, el chimpancé y el mono verde africano, que se cree fueron los precursores del VIH; el cual se constituyó al saltar al hombre (la enfermedad sería una zoonosis) por mutación, desarrollándose marginalmente en poblaciones africanas aisladas.
















El primer contagió se produjo en África en los años cuarenta del siglo pasado, los primeros casos se produjeron en los años cincuenta, y en los sesenta sabemos, gracias a muestras de tejidos de muertos por enfermedades inexplicables, que se produjeron los primeras casos en Occidente.






Como la enfermedad se transmite por contacto entre mucosas (por la sangre), drogadictos, hemofílicos y homosexuales (el contacto homosexual es más traumático) fueron, en los primeros momentos, años setenta y ochenta del siglo XX, los grupos de riesgo, pero hoy día la enfermedad se ha extendido. Hay que distinguir también la diferencia entre riesgo estadístico (probabilidad de contraer la enfermedad en un contacto) y contagio real que se produce en un momento y no tiene que ver con la probabilidad.






El SIDA comienza con una infección por VIH. Es posible que las personas infectadas con el VIH no presenten síntomas durante 10 años o más, pero pueden transmitir la infección a otros durante este período asintomático. Si la infección no se detecta y no se inicia el tratamiento, el sistema inmunitario se debilita gradualmente y se desarrolla el SIDA.













Casi todas las personas infectadas con el VIH, de no recibir tratamiento, contraerán SIDA. Hay un pequeño grupo de pacientes en los que el SIDA se desarrolla muy lentamente o que nunca aparece, a estos individuos se les llama pacientes sin progresión de la enfermedad y muchos parecen tener una diferencia genética que impide que el virus le cause daño a su sistema inmunitario.






Los síntomas del SIDA son principalmente el resultado de infecciones que normalmente no se desarrollan en personas con un sistema inmunitario sano, éstas se llaman infecciones oportunistas. En las personas con SIDA, el VIH ha dañado el sistema inmunitario, por lo que son muy susceptibles a dichas infecciones oportunistas.






En 1984, dos científicos franceses, Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier del Instituto Pasteur, aislaron el virus del SIDA y lo purificaron. El Dr. Robert Gallo, estadounidense, pidió muestras al laboratorio francés, y adelantándose a los franceses lanzó la noticia de que había descubierto el virus y que había realizado la primera prueba de detección y los primeros anticuerpos para combatir a la enfermedad.






Después de diversas controversias legales, se decidió compartir patentes, pero el descubrimiento se atribuyó a los dos investigadores originales que aislaron el virus; y sólo a ellos dos se les concedió el Premio Nobel conjunto, junto a otro investigador en el 2008, reconociéndolos como auténticos descubridores del virus; aceptándose que Robert Gallo se aprovechó del material de otros investigadores para realizar todas sus observaciones. Como se ve, otra vez "el hombre de Piltdown".






En 1986 el virus fue denominado VIH (virus de inmunodeficiencia humana). El descubrimiento del virus permitió el desarrollo de un anticuerpo, el cual se comenzó a utilizar para identificar, dentro de los grupos de riesgo, a los infectados. También permitió empezar investigaciones sobre posibles tratamientos y una vacuna.







Existe un grupo minoritario de científicos y activistas surgido en la década de los 80 que cuestiona la conexión entre el VIH y el SIDA, e incluso la misma existencia del virus. También ponen en tela de juicio la validez de los métodos de prueba actuales. Estos disidentes alegan que no son invitados a las conferencias sobre la enfermedad y que no reciben apoyo económico para sus investigaciones.



















Miembros significados de este movimiento son el Profesor de Biología molecular y celular Peter Duesberg, el matemático Serge Lang, la física médica Eleni Papadopulos-Eleopulos, el biólogo molecular Harvey Bialy, el químico experto en inhibidores de la proteasa David Rasnick y los premios Nobel Kary Mullis (Química en 1993) y Walter Gilbert (Química 1980).










Parte de estos científicos disidentes acusan a los científicos del SIDA ortodoxos de incompetencia científica y fraude deliberado. Según estos disidentes, los tratamientos aceptados oficialmente provocarían el SIDA, considerando que esta afirmación se ve respaldada por la farmacocinética de los medicamentos, y puede ser comprobada con una lectura cuidadosa de los prospectos.










De nuevo nos encontramos, como se puede ver, con "el hombre de Piltdown".

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