2 jul 2013

USA

En el siglo XX todos los habitantes del mundo occidental, y al final todos los moradores del resto del planeta, vivieron mentalmente en dos países, el suyo propio y Estados Unidos de América. Sin embargo, a diferencia de otros Estados, en su ideología nacional Estados Unidos simplemente no existe. Sólo alcanza metas. Su identidad colectiva sólo surge para ser el mejor, el más grande, el país superior a todos los demás y el modelo reconocido para el mundo.






 






Hablamos de un país en el que siempre el número de residentes nacidos fuera de allí es un tercio del total, y eso sin contar a turistas, hombres de negocios y estudiantes. USA ha sido el mayor importador de capitales, personas y mercancías; ha sido el mayor exportador de capitales y mercancías. USA ha ganado la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría y se nos manifiesta como el Hegemón absoluto. 






 






Pero en su relativamente corta existencia, ha ido variando de identidad cultural en función de las nacionalidades que constituían el grueso de los inmigrantes recibidos, se ha mezclado con las culturas de los lugares donde ha desempeñado guerras y ha tiempo que perdió la edad de la inocencia respecto a Europa. No tiene amigos permanentes sino intereses permanentes, mira más a Extremo Oriente que a Europa y tanto el fin de la URSS como la conversión del Mercado Común en Unión Europea le producen desconfianza. 







 






Debajo de un patriotismo algo ingenuo aparece la desvalidez de una ausencia identitaria. El día que deje de ser la superpotencia, el conflicto está servido a no ser que exporte al resto del planeta su diversidad.

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